CONTRA LA IMPUNIDAD

“(…) un ejemplo claro del rechazo de las conclusiones de la Comisión de la Verdad lo constituyó la aprobación de una amplia ley de amnistía pocos días después del Informe de la Comisión. La celeridad con que esta ley se aprobó en la Asamblea Legislativa puso de manifiesto la falta de voluntad política de investigar y llegar a la verdad mediante medidas judiciales y castigar a los culpables”.
Kofi Annan, en su balance final del llamado proceso de paz salvadoreño"

domingo, 24 de marzo de 2013

#monseñorROMERO ULTIMA HOMILIA DE MONSEÑOR OSCAR A. ROMERO


Por nuestras múltiples relaciones con la Editorial del periódico El Independiente, he pedido asomarme tanto a sus sentimientos filiales en el aniversario de la muerte de su mamá, como sobre todo, a ese espíritu noble que fue doña Sarita, que puso toda su formación cultural, su fineza, al servicio de una causa que ahora es tan necesaria: la verdadera liberación de nuestro pueblo.
Yo creo que sus hermanos, esta tarde, deben no solamente orar por el eterno descanso por nuestra querida difunta, sino sobre todo, recoger este mensaje que hoy todo cristiano debía de vivir intensamente. Muchos nos sorprenden, piensan que el cristianismo no se debe de meter en estas cosas, cuando es todo lo contrario. Acaban de escuchar en el evangelio de Cristo que es necesario no amarse tanto a sí mismo, que se cuide uno para no meterse en los riesgos de la vida que la historia nos exige, y, que el quiera apartar de sí el peligro, perderá su vida. En cambio, al que se entrega por amor a Cristo al servicio de los demás, éste vivirá como el granito de trigo que muere, pero aparentemente muere. Si no muriera se quedaría solo. Si la cosecha es, porque muere, se deja inmolar esa tierra, deshacerse y sólo deshaciéndose, produce la cosecha.
Desde su eternidad, Doña Sarita fue confirmando maravillosamente en esa página que yo he escogido para ella, del Concilio Vaticano II. Dice:
"Ignoramos el tiempo en que se hará la consumación de la tierra de la humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se transformará el universo. La figura de este mundo, afeada por el pecado, pasa, pero Dios nos enseña que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia, y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebasar todos los anhelos de paz que surgen en el corazón humano. Entonces, vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo, y lo que fue sembrado bajo el signo de la debilidad y de la corrupción, se revestirá de incorruptibilidad, y, permaneciendo la caridad de sus obras, se verán libres de la servidumbre de la vanidad todas las criaturas que Dios creó pensando en el hombre.
Se nos advierte que de nada le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde así mismo. No obstante, la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo. Pero ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del Reino de Cristo, sin embargo, el primero, en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al Reino de Dios.
Pues los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad; en una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal: "reino de verdad y de vida; reino de santidad y gracia; reino de justicia, de amor y de paz". El reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor, se consumará su perfección".
Esta es la esperanza que nos alienta a los cristianos. Sabemos que todo esfuerzo por mejorar una sociedad, sobre todo cuando está tan metida esa injusticia y el pecado, es un esfuerzo que Dios bendice, que Dios quiere, que Dios nos exige. Y cuando se encuentra uno, pues, gente generosa como doña Sarita, y su pensamiento encarnado en Jorgito y en todos aquellos que trabajan por estos ideales, hay que tratar de purificarlos en el cristianismo, eso sí, vestirlos de esta esperanza del más allá; porque se hacen más fuertes, porque tenemos la seguridad que todo esto que plantamos en la tierra, si lo alimentamos en una esperanza cristiana, nunca fracasaremos, lo encontraremos purificado en ese reino, donde precisamente, el mérito está en lo que hayamos trabajado en esta tierra.
Yo creo que será aspirar en balde, a horas de esperanza y de lucha en este aniversario. Recordamos pues, con agradecimiento, a esta mejor generosa que supo comprender las inquietudes y esfuerzos de su hijo y de todos aquellos que trabajan por un mundo mejor, y supo también poner su parte de granito de trigo en el sufrimiento. Y no hay duda, que esta es la garantía de que su cielo tiene que ser también a la medida de este sacrificio y de esa comprensión que falta a muchos en este comento, en El Salvador.
Yo les suplico a todos, queridos hermanos, que miremos estas cosas desde el momento histórico, con esta esperanza, con este espíritu de entrega, de sacrificio, y hagamos lo que podamos. Todos podemos hacer algo: desde luego un sentimiento de comprensión. Esta santa mujer que estamos recordando hoy, pues, no pudo hacer cosas tal vez directamente, pero animando a aquellos que pueden trabajar, comprendiendo su lucha, y sobre todo, orando y aún después de su muerte diciendo con su mensaje de eternidad que vale la pena trabajar porque todos esos anhelos de justicia, de paz y de bien que tenemos ya en esta tierra, los tenemos formados si los iluminamos de una esperanza cristiana porque sabemos que nadie puede para siempre y que aquellos que han puesto en su trabajo un sentimiento de fe muy grande, de amor a Dios, de esperanza entre los hombres, pues todo esto está redundando ahora, en esplendores de una corona que ha de ser la recompensa de todos los que trabajan así, regando verdades, justicia, amor, bondades en la tierra y no se queda aquí, sino que purificado por el espíritu de Dios, se nos recoge y se nos da en recompensa.
De esta Santa Misa, pues, esta Eucaristía, es precisamente un acto de fe: Con fe cristiana parece que en este momento la voz de diatriba se convierte en el cuerpo del Señor que se ofreció por la redención del mundo y que en ese cáliz el vino se transforma en la sangre que fue precio de la salvación. Que este cuerpo inmolado y esta Sangre Sacrificada por los hombres nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo. Unámonos pues, íntimamente en fe y esperanza a este momento de oración por Doña Sarita y por nosotros.
(En este momento sonó el disparo...) 

#monseñorROMERO El francotirador que disparó contra Monseñor Romero fue un ex Guardia Nacional


Francisco Elías Valencia
Gabriela Castellón
David Pérez
Redacción Diario Co Latino
Viernes, 09 de Septiembre de 2011
Marino Samayor Acosta, Subsargento de la extinta guardia nacional.

Un subsargento de la sección II de la Guardia Nacional, y miembro del equipo de seguridad del ex presidente de la República, coronel Arturo Armando Molina, fue el misterioso personaje que disparó contra Monseñor Óscar Arnulfo Romero, aquella tarde del lunes 24 de marzo de 1980,  cuando el Arzobispo oficiaba una misa de cabo de año, de Sara Meardi de Pinto, madre del periodista Jorge Pinto, en la capilla del hospitalito Divina Providencia.



31 años después, ante la falta de acciones judiciales para esclarecer el magnicidio en su totalidad, en tanto que hay nombres de algunos de los autores intelectuales, el del tirador, por ejemplo, seguía siendo un misterio.



Hasta hoy, uno de los sospechosos había sido el doctor Héctor Antonio Regalado, quien por varios años se encargó no solo de la seguridad de la Asamblea Legislativa, sino de la seguridad del mayor Roberto d’Aubuisson.



Sin embargo, la Comisión de la Verdad, al referirse al doctor Regalado, dice: “La Comisión no encontró evidencia persuasiva de que él hubiera participado en este asesinato”.

La Comisión de la Verdad, sin embargo, dice que “recibió suficiente prueba para concluir que Regalado no sólo formó su propio escuadrón de la muerte en el pueblo de Santiago de María; sino, también, coordinaba y capacitaba las redes de d’Aubuisson en la capital”.


Información en  poder de Diario Co Latino, entregada por fuentes que estuvieron próximas a los círculos de d’Aubuisson, aseguran que el francotirador, es decir, el responsable de disparar contra Monseñor Romero, fue el subsargento de la extinta Guardia Nacional (GN), Marino Samayoa Acosta.
De acuerdo con la información, fue Mario Molina, hijo del ex presidente Molina, quien sugirió al tirador.



En aquella época, dice otra fuente a Diario Co Latino, refiriéndose a la segunda mitad de la década de los 70’s, había dos buenos tiradores: uno en la Guardia Nacional y, el otro, en la Policía Nacional.



El de la PN, “el Chato Castillo”, agrega,  fue a quien le encomendaron disparar a distancia contra la manifestación de la UES, para provocar la reacción y la respectiva respuesta del ejército que terminó en una masacre. Se refiere a la manifestación del 30 de julio de 1979.



De uno de los dos se sospechaba que podría haber sido el tirador, dice la fuente. Al final se descarta al “Chato Castillo”.
Del asesinato de Monseñor Romero, lo que era amplio conocido es que fue el mayor d’Aubuisson, creador de los escuadrones de la muerte y fundador de ARENA, quien dio la orden para cometer el crimen; y que los capitanes Eduardo Ávila Ávila, quien fue asesinado en circunstancias extrañas, en 1994, y el capitán Álvaro Rafael Saravia, fueron los que operativizaron la acción para el cometimiento del todavía repudiado crimen.



En efecto, fue el capitán Eduardo Ávila, quien, en la mañana del lunes 23, estando en casa de Roberto Daglio, periódico en mano, señala una esquela, en la que se anuncia la misa de aniversario de la señora Meardi. En ese lugar se encontraban, entre otros, Molina y Saravia.



“Esta es la oportunidad”, exclamó Ávila, acto seguido preguntó por el tirador. “No te preocupés”, le respondió Molina, “yo lo voy a poner”.
Las fuentes aseguran que el fusil con mira telescópica, de alta precisión, calibre . 219 suizo (es decir, calibre 22), era propiedad de Ávila; y el cual había sido probado, en fechas distintas, en la Finca San Luis, de Santa Tecla. El tirador estaba familiarizado con ese tipo de armas, por su especialidad o afición de tirador.



La Finca San Luis fue el lugar en el que, el 7 de mayo de 1980, fue capturado el mayor d’Aubuisson, junto a doce militares y doce civiles, quienes preparaban un golpe de Estado. Todos eran integrantes del Frente Amplio Nacional (FAN), creado por d´Abuisson, una tenebrosa organización político militar. En esta acción, fue encontrada la agenda del Capitán Álvaro Saravia, en la que estaban escritos no sólo nombres de oficiales y empresarios, con los que tenía relación el grupo de d’Aubuisson; sino, el plan del asesinato de Monseñor Romero. La cual fue clave para las investigaciones posteriores.



Entre los capturados, en aquella fecha se encontraban, además de d’Aubuisson, los mayores Jorge Alberto Cruz Reyes, Roberto Mauricio Staben; Capitanes, Álvaro Rafael Saravia, José Alfredo Jiménez, Víctor Hugo Vega Valencia, Eduardo Alfonso Ávila; Tenientes Federico Chacón, Miguel Francisco Bennet Escobar, Rodolfo Isidro López Sibrián, Carlos Hernán Morales Estupinián, Jaime René Alvarado y Alvarado.



Además, los civiles Antonio Cornejo Arango, conocido como el “Maneque”; Ricardo Valdivieso, conocido como el “gringo”; Roberto Muyshondt, Fernando Sagrera, Amado Garay, Nelson Morales, Andrés Antonio Córdova, Herbert Romero Escobar, Fredy Salomón Chávez, Marco Antonio Quintanilla, José Joaquín Larios y Julián García Jiménez.   
Todos fueron llevados a la Primera Brigada de Infantería, conocida como Cuartel San Carlos, pero, fueron puestos en libertad, el 13 de mayo del mismo año,  por el General Jaime Abdul Gutiérrez, al asumir el control de la Fuerza Armada, como integrante de la Junta Revolucionaria de Gobierno.



En una de las hojas, de la agenda de Saravia, está especificado el “Plan Piña”, es decir, el plan donde se especifica lo utilizado para asesinar a Monseñor Romero, es decir, especifica el personal, las armas y otras logísticas a utilizar para matar al Arzobispo. En la hoja, hay nombres de reconocidos oligarcas, financiadores de d´Abuisson, pero no el del francotirador. A quien identifican como “el tirador”, así como al motorista de Saravia, Amado Antonio Garay Reyes, a quien distinguen como “Amado”.
Actualmente, cuando viejos cuadros de ARENA y oligarcas se refieren al caso de Monseñor Romero, lo mencionan como “La Operación Mayor”.



Fue Amado Garay Reyes, quien el 19 y 20 de noviembre de 1987 testifica, primero ante la Comisión de Investigaciones de Hechos delictivos y luego ante el Juzgado Cuarto de lo Penal, en la que confirma que él condujo al tirador hasta la capilla de la Divina Providencia, por órdenes del Capitán Álvaro Saravia, a quien le manejaba desde hacía meses.



Amado Garay añade que después del asesinato tuvo miedo y por eso se fue a vivir a Estados Unidos, donde lo contactaron, a través de Migración, dos personas de apellidos López y Castillo, quienes le pidieron se presentara a los tribunales salvadoreños a dar su declaración en el caso de Monseñor Romero. Y, es por eso que el 17 de noviembre de 1987 llega a El Salvador, procedente de Estados Unidos.



En su declaración, Amado Garay, con lujo de detalle, narra desde el momento en que recoge al capitán Saravia, en la residencia de éste, luego al tirador, a quien recogió, según la Comisión de la Verdad, en la Casa de Alejandro Cáceres, pero, según Garay es la de Roberto Daglio, donde Garay abordó otro vehículo, el Volkswagen Passat rojo de cuatro puertas, en el que ya se encontraba el tirador, que en aquel momento era un hombre joven, barbado, a quien conduce hasta llegar a la iglesia. De la mencionada residencia salieron dos vehículos, el del tirador, y el otro en el que iban varios hombres, a quienes Amado no logra identificar. Justo en la capilla, el otro vehículo desaparece de la zona, y  el desconocido le pide a Amado que se parquee, y que mantenga el motor en marcha,  frente a la iglesia, y que simulara que estaba reparando el vehículo. El conductor dice haber visto a un sacerdote dando misa, y luego oyó un disparo, y al girar la vista hacia atrás vio al hombre de barba sostener un fusil con ambas manos. El tirador, inmediatamente le ordena, con voz calmada: “Camine despacio, tranquilo”. Aún nervioso, relata Amadeo, salió del parqueo de la iglesia y se dirigió hacia el centro de la ciudad, donde se perdió temporalmente por los nervios, pero, una vez se tranquilizó, condujo al asesino a la misma Residencia de donde  había salido.
Que una vez llegaron a la residencia, allí estaba, fuera, el Capitán Saravia, que el hombre de barba le hizo una venia con la mano derecha (el saludo militar) y acto seguida le dijo: “misión cumplida”. Este hombre de barba, según nuestra fuente es Marino Samayoa Acosta, nacido el 8 de octubre de 1949.



Al día siguiente, dice Amado Garay, condujo al capitán Saravia a una casa que parece Castillo, propiedad de Roberto Daglio, donde se encontraba el Mayor Roberto d’Aubuisson, donde Saravia le expresó que “ya hicimos lo que habíamos planeado”, y según Garay, d´Abuisson le habría respondido “no, hombre, no lo hubieran hecho todavía”, a lo que Saravia le replicó: “Como Usted ordenó que lo hiciéramos, por eso lo hicimos”.



«Se van a dar cuenta hasta dónde llega mi participación, y cómo me han involucrado a mí en cosas de las que no fui responsable’’, afirmó Saravia, a Diario Co Latino, en una entrevista realizada los primeros días de marzo de 2006 . “Pero, claro, como soy el único, al perro más flaco se le pegan las pulgas’’, agregó.



Más recientemente, el  Capitán Álvaro Saravia le dijo Al periódico digital el Faro, que “El capitán Eduardo Ávila Ávila les informa el plan: en esa misa será asesinado monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez. Ya todo ha sido coordinado con Mario Molina y Roberto d’Aubuisson”.  Mario Molina, hijo del  Expresidente Arturo Armando Molina.



El fusil utilizado por el francotirador, propiedad del Capitán Ávila, fue escondido, por órdenes del mismo Ávila, en un hueco de un desfiladero, que da al mar, a la altura de uno de los túneles de la carretera Litoral.



De la vida de Marino Samayoa, hay pocas referencias, pero, según las fuentes, “cuando aparece, le dan trabajos de guardaespaldas, trabajos que desempeña por corto tiempo, y luego desaparece”.






El camino para asesinar a Monseñor Romero
La teoría del eterno retorno es básicamente que las cosas que sucedieron una vez, siguen aconteciendo infinitas veces en el pasado, por esto, el asesino de Monseñor Óscar Arnulfo Romero recorre todos los 24 de marzo casi una docena de calles hasta llegar a la Capilla de la Divina Providencia, y la bala sigue atravesando el corazón de la víctima.


El semáforo se pone en rojo. Un niño se aproxima a los carros y hace malabares con dos naranjas. Una resbala de entre sus dedos y se destripa.
Una pregunta que siempre me venía a la mente: ¿dónde está el asesino de Monseñor Romero? ¿Está vivo? Si aún sigue con vida seguramente es mayor de edad, entre 60 a 70 años calculó. Hoy sé que está vivo, que nació el 8 de octubre de 1949.



Amado Garay describió al tirador como un hombre barbado, de entre 25 y 27 años, - y a juzgar por el testimonio- un tipo hecho de hielo y muy calculador, y experto en hacer de la muerte una cosa cotidiana.



Un día de marzo de 1980, Garay y Saravia salieron de la casa de este último en la Colonia la Rabida, 714, a la par del “Chalet Italia”. 
El Capitán Saravia vivió sobre la 37 Calle Oriente, pero su casa ya no existe. El “Chalet Italia”  ya no se puede ubicar más que en el recuerdo de los habitantes más antiguos de la zona.



Rodeamos la calle intentando encontrar el sitio, - Garay dice en su declaración que entraron al Pasaje San Juan- y no encuentro nada.



Una pareja de ancianos platica en una puerta, nos dirigimos a ellos – ¿conocieron el Chalet Italia?- estuvo por aquella esquina responde la longeva.
Solo encontramos el pasaje “Italia Sur” y las casas 728, 718,.. los números desaparecen y de pronto la vivienda 14. Algo no concuerda.



Le pregunto a un vigilante sobre la casa 714, no sabe pero llama a un señor calvo de ojos claros y lentes enormes que hace memoria.



Él tiene más de 20 años de vivir en la zona, pero desde que llegó, la numeración ya estaba desordenada. ¿busca a alguien? Me pregunta.
Le explico y dice que ese apellido le suena conocido. ¿Dónde está el chalet Italia? Y ¿la casa del Capitán Saravia? Esos recuerdos desaparecieron el 24 de marzo de 1980.
El capitán lo guió hasta un portón color negro, ubicado en la Colonia San Benito, casa número 549, sobre el Boulevard del Hipódromo. Al detener el carro sonó el claxon, y un señor abrió, tras lo cual se dibujó una cuestecita y dos árboles de marañones japoneses.



El capitán Saravia entró en la residencia y Garay permaneció en la estancia, minutos después una empleada le ofreció pan y refresco que aceptó gustoso.
La Colonia San Benito seguramente ha cambiado 31 años después. Platico con un vigilante, busco la casa número 549, pero no existe. 548, 548 A… debe ser al otro lado, allá están los nones – señala el hombre unos apartamentos de lujo-



Los números, en ese lado de la calle, son impares, las viviendas desbordan lujo, pero sigo intranquilo por saber cual es la casa exacta donde Garay observó por primera vez al asesino.



Sospecho que el radio donde estaba ubicada la residencia en cuestión se ubica desde los apartamentos “Villa Romana” hasta el local de “Jorge Arguett, Haute Couture”.
Comiendo estaba cuando Saravia le señaló un Volkswagen rojo “manejá ese carro” y “seguí ese carro que está adelante”.
Se subió y un hombre barbado estaba sentado en la parte trasera derecha, no lo reconoció.



La orden fue clara y la cumplió: siguió el carro sin cuestionar el rumbo, cruzó por aquí, por allá, un sin fin de vueltas, pasó frente al Colegio García Flamenco, luego en la Colonia Miramonte pasaron sobre una calle de tierra y entraron en un portón negro.



Perdieron la pista al carro que debían de seguir, el hombre barbado le indicó que dieran la vuelta frente a una iglesia, lo hizo y se detuvo entre tres a cuatro metros de distancia antes del sitio religioso.



“No, párese frente a la iglesia” le sugirió el acompañante en el vehículo. Lo hizo y observó a un sacerdote que oficiando misa, no prestó atención.
Acto seguido el hombre barbado le dijo que simulara una reparación, por lo que manipuló la palanca de velocidades y se agachó sin cuestionar.
Hay una gran quietud frente a la Capilla de la Divina Providencia. Me alejo un poco de la entrada y trato de calcular la posición del hombre que disparó a Monseñor Romero.
Los brazos firmes, fuerza, precisión y paciencia para escapar sin dejar la mínima huella de su paradero por más de tres décadas.



De usar barba debería estar canosa, su cabello igual. Si Amado Garay lo tuviese enfrente ¿lo reconocerá?
Una detonación fuerte asustó a Garay, el olor a pólvora y los gritos lo estremecieron, asustado vio que el barbado sostenía un fusil que sobresalía al lado derecho del carro.
Segundos de confusión, no supo que hacer, la mente en blanco anticipando temores, nerviosismo y lo inaudito: “camine despacio, tranquilo”, le dijo el barbado.
Nunca apagó el vehículo, mientras sus manos temblorosas apretaban el volante aceleró hasta el centro de San Salvador, se perdió, no se ubicó, pero logró sobreponerse a sus nervios y regresó a la casa de la colonia San Benito.



Garay y el barbado se bajaron del Volkswagen rojo,  el capitán Saravia los esperaba y el hombre que sostuvo entre sus manos el rifle lo saludó: “misión cumplida”.
Saravia se dirigió a Garay “¿por qué te tardastes tanto?, el chofer alegó a su favor que se había perdido.



Saravia y el barbado entraron a una habitación de la casa mencionada y el chofer se quedó comiendo marañones japoneses.
Pasado el tiempo, Saravia salió y le ordenó: “ahora no vamos a dormir en mi casa, sino a otra, sigamos a ese carro”.



El 27 de marzo, tres días después de la detonación frente a la iglesia, Garay fue junto con Saravia a una casa “que parecía castillo” frente al Canal Dos de Televisión.
“Centro Comercial Loma Linda” dice un rótulo en la entrada. Hay varios negocios: desde una escuela de artes plásticas hasta imprentas. 
Al fondo un amplio parqueo y un árbol que sirve de sombra para los carros. Quizá el único testigo de lo que fue en aquella fecha.
Aquí presentó el capitán Saravia al Mayor, Roberto d’Aubuisson los resultados de la misión: “Ya hicimos lo que habíamos planeado”.

#monseñorROMERO "Acusado del crimen de Monseñor Romero da el nombre del resto de conspiradores"

Redacción Diario Co Latino
Martes, 23 de Marzo de 2010
Capitán Álvaro Saravia, en entrevista concedida a Diario Co Latino, en noviembre de 2006. Foto Diario Co Latino/Archivo
 En una entrevista concedida a Diario Co Latino, en el año 2006, alertó de lo que pasaría justo al cumplirse el 30 aniversario del asesinato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero. Y es que el capitán Álvaro Saravia revelaría cómo se ejecutó el magnicidio. Esa “verdad” la contaría en un libro, el que quería fuera editado y publicado por alguna casa editora salvadoreña, y se lo propuso a Diario Co Latino. 

Casi cinco años después, decide revelar su secreto, no en un libro, sino en una entrevista concedida al periódico digital “El Faro”, donde hace importantes revelaciones, sobre todo, porque da nombres, que si bien se manejaban en los corrillos políticos, no habían salido de los labios de alguien que estuvo involucrado en el magnicidio.

 Diario Co Latino, en su encuentro con Saravia, en el 2006, constató el deterioro físico del capitán Saravia, luego de que un Tribunal de Fresno, en Estados Unidos, lo condenara y tuvo que deshacerse de todos sus activos, por estar implicado en el magnicidio del Arzobispo Romero, hecho cometido el 24 de marzo de 1980. En la entrevista al periódico El Faro, Saravia comenta el supuesto “infierno” que ha vivido: alejado de los suyos y señalado como el culpable del crimen y que sus hijos lo ven como un “Hitler”. 

El Faro es el tercer medio al que Saravia da entrevistas, después de la concedida a Co Latino en 2006, y un año antes al Miami Herald. En la entrevista que publica El Faro, Saravia afirma que el asesino de Monseñor Romero no salió del equipo logístico de D´Aubuisson, sino de otro “conspirador”, otro grupo, u otro escuadrón de la muerte, el de Mario Molina, hijo del ex presidente Arturo Molina. Saravia asegura que fue del equipo del hijo del ex presidente Molina de donde salió “el asesino, el arma y el equipo de seguridad” y no del de D´Aubuisson. 

 D´Aubuisson sólo habría conspirado y ordenado el asesinato, pero como en la década de 1980 existían varios grupos ultraderechista, las iniciativas de colaborar para combatir el “comunismo” sobraba, por lo que el grupo de Mario Molina fue uno de ellos, dice Saravia a El Faro. D´Aubuisson prestó parte de su equipo, entre ellos a Armando Garay, motorista de la misión, y del Capitán Saravia. 

 Hoja de la agenda de Saravia, en la que está especificada la «Operación Piña», el plan para asesinar a Monseñor Romero. “Temprano, en la mañana del 24 de marzo de 1980, el capitán Eduardo Ávila Ávila entra a la casa de Alex “El Ñoño” Cáceres y despierta a Fernando Sagrera y al capitán Saravia. Lleva en la mano un ejemplar de La Prensa Gráfica, abierto en la página 20, como prueba de que hoy es un buen día para matar al Arzobispo. 

Esa página repite varias veces los dos apellidos del capitán Ávila- Ávila. El periódico anuncia una misa conmemorando el primer aniversario de la muerte de la señora Sara Meardi de Pinto. Su hijo, Jorge Pinto; sus nietos y las familias Kriete-Ávila, Quiñónez-Ávila, González-Ávila, Ávila-Meardi, Aguilar-Ávila y Ávila-Ávila, entre otras, invitan “a la santa misa que oficiaría el Arzobispo de San Salvador, en la Iglesia del Hospital de la Divina Providencia, a las 18 horas de este día”, cita el periódico digital, y que lo vincula con la estrategia para cometer el crimen. 

En el informe de la Comisión de Verdad se habla del vehículo que se utilizó para el crimen. Otro de los recursos que aportó la gente del fundador de ARENA, el Mayor Roberto D´Aubuisson. En sus nuevas declaraciones, el capitán Saravia menciona a Fernando Sagrera, hombre de confianza del fundador del partido ARENA, y a Gabriel Montenegro, quienes hasta hoy no habían resultado mencionados en el crimen. Sin embargo, las declaraciones de Saravia los señalan como “custodios” de los autores materiales del magnicidio, quienes esperaron a pocos metros de la capilla del hospitalito de la Divina Providencia. 

 Sin embargo, en la entrevista, Saravia no aclara quién fue el hombre que disparó aquella arma que silenció la vida de Romero. Una fuente de Diario Co Latino, que estuvo en la Sección 2 de la Guardia Nacional, en aquella época, dice creer que el tirador pudo haber sido “El Chato Castillo”, de la S2 de la Policía Nacional, o “Vega Valencia”, de la Guardia Nacional. Que los dos pertenecían a un “súper escuadrón de la muerte conocido como “Las 3ESES”, en referencia a la integración de miembros de las secciones 2, dedicadas a las investigaciones de políticos, de la Policía de Hacienda, Guardia Nacional y Policía Nacional. 

 Saravia aceptó a El Faro, que D´Aubuisson, desde San Miguel, dirigió la operación: “Ávila les notifica primero que ya tiene al tirador: un miembro del equipo de seguridad de Mario Molina; sólo necesita un vehículo. Eso les toca a ellos. “Mario Molina nos mandaba a pedir un carro… que había que contactar a Roberto (D´Aubuisson). El Negro Sagrera se puso a hacer unas llamadas y averiguó dónde se encontraba. Le hablamos por teléfono. 

El Negro Sagrera me dijo: ‘Quiere hablar contigo’ . Le dije ‘mire, mayor, ¿y de qué se trata esto? A mí me parece raro que nos vengan a pedir un carro’. Las palabras de él fueron: ‘¡Hacete cargo!’. Bueno, está bien, mayor, lo vamos a hacer. Pah. ‘Sí, ahí te lo voy a llevar, ¿a qué horas nos podemos juntar para darte el carro, pues?’, le dije (a Ávila). ‘Mirá -me dijo-, si con seguridad nos vemos unos... pongámosle una hora antes de la muerte de Romero’”. A las 5 de la tarde, en el estacionamiento del hotel Camino Real” Saravia también acepta que la hoja encontrada en su agenda, que contiene el plan para matar a Monseñor Romero, “El Plan Piña”, fue hecho por D´Aubuisson, es la letra de él, asegura. La agenda le fue decomisada a Saravia, en 1980, cuando, aún siendo de la Junta Revolucionaria de Gobierno, Adolfo Majano ordena la captura de D´Aubuisson, y su equipo, quienes estaban reunidos en la Finca San Luis, de Santa Tecla. 

El periódico digital cita documentos desclasificados del Departamento de Estado, de Estados Unidos, que habla de “ultraderechistas” que financiaban los escuadrones de la muerte. El empresario y piloto aviador, Roberto Daglio, se menciona como el que proporcionaba casas de diversión para los hombres de D´Aubuisson. Daglio prestaba su casa donde se movía droga, armas y mujeres. Además, se menciona como integrante del “Miami Six”, que reunían dinero para financiar las operaciones ilegales de D´Aubuisson. El Miami Six es un Grupo que se dedicaba al terrorismo: ordenaba asesinatos, secuestros y la colocación de artefactos explosivos, financiaba a los escuadrones de la muerte y tenía como objetivo destruir cualquier intento de reforma en El Salvador y acabar con todos los comunistas, afirma el documento desclasificado. 

Otros de los involucrados en el “Miami Six”, según el departamento de Estado, es el propietario de El Diario de Hoy, a quien identifican como “Viera Altamirano”, “Enrique Viera Altamirano” o simplemente como “Enrique Altamirano”, actual director de ese medio impreso. Además de Luis Escalante; Arturo Muyshondt y los hermanos Salaverría (Julio y Juan Ricardo).

miércoles, 13 de marzo de 2013

Programa de Actividades del XXXIII aniversario de San Romero.



En el 30 aniversario de la caída en combate de nuestro querido Bernardo

Reproducimos mensaje de correo, sobre actividad convocada para conmemorar al Comandante Bernardo Torres.


Queridas y Queridos Compañeros:
Les invito a que nos acompañen a conmemorar el 30 aniversario de la caída en combate de nuestro querido Bernardo.
Día:Domingo 17 de marzo 2013
Hora: 10am
Lugar: Sicahuite, Chalatenango.
Favor llevar Flores y velas. Guitarras para quienes quieran cantar, poesías, historias que compartimos con Bernardo; fotografias y todo lo que nos haga recordar su vida y su presencia entre nosotras y nosotros.
Apreciando desde ya sus muestras de solidaridad.
Abrazos,
Lorena Cuellar Barandiaran. (Beti. Radio Farabundo Martí)

campaña permanente

Desde el Municipio de Santa Ana, El Salvador, PEDIMOS...


Al Concejo Municipal de Santa Ana: reivindiquen la memoria de nuestras víctimas... reconstruyan su monumento...

Monumento a las victimas civiles del conflicto

Monumento a las victimas civiles del conflicto
Las víctimas civiles de la guerra viven en nuestra memoria con la fuerza de la verdad, muchas veces oculta por sus propios asesinos, que permanecerán escondidos a la sombra de la impunidad...Solo la verdad y la justicia podrá llevarnos hasta el perdón y a la tan ansiada reconciliación...El horror que aquí vivimos no lo debemos olvidar, para que las futuras generaciones no repitan los errores de nuestra sociedad. Santa Ana, 25 de julio de 2007 (esta es la leyenda que rezaba la placa destruída en el monumento a las víctimas civiles del conflicto)
Ubicado en Carretera de Santa Ana hacia Metapán, cercano a la frontera con Guatemala. La construcción de monumentos a las víctimas es una forma de reparación moral, un Derecho a la Memoria, un compromiso de no repetir los crueles errores...
A menos de un año de construído, fue destrozado parcialmente, incluyendo la placa de bronce colocada con la leyenda. Es por tal razón que pedimos acompañemos este repudio moral, a quienes lo hicieron....
Ahora nuestra denuncia es por que las autoridades municipales de Santa Ana no han querido reconstruir el monumento... nuestro monumento.... aún cuando hay un convenio en el cual es responsabilidad de la comuna dar el mantenimiento.