El Salvador (El rostro de la Revolución),pág 139 Robert Armstrong, Janet S. Rubin
Era el comienzo de la Semana Santa en San Salvador y la catedral estaba abarrotada ese domingo, 23 de marzo, como había estado cada semana desde que la violencia se volvió algo realmente grave. Las palabras del Arzobispo Oscar Arnulfo Romero eran siempre reconfortantes; creía que la Iglesia no debía quedarse en denunciar el pecado, sino también debía anunciar la esperanza. Pero sus palabras hicieron más que eso. Desde que el Estado de sitio había impuesto rigurosa censura a los medios de comunicación, sus sermones eran una fuente de información acerca de los sucesos en el país y en el exterior. Estimulaban la reflexión más que el apego a un punto de vista particular; y, después de la meditación impulsaban a la acción más que a la pasiva resignación.
Ese domingo, el sermón fue transmitido por la estación de radio de la Iglesia, YSAX, por primera vez desde el 18 de febrero, cuando la radioemisora fue dinamitada, Radio Noticias del Continente divulgo desde Costa Rica sus palabras a Nicaragua, Venezuela, Brasil y mas allá. Estaba presente en la catedral una gran delegación ecuménica de los Estados Unidos, hombres y mujeres que llegaron a presentar sus respetos a Monseñor Romero y a retransmitir su mensaje a sus propias congregaciones. Después de la lectura de las escrituras, Monseñor Romero dio inicio a la sección "sucesos de la semana" de su sermón:
"En Aguilares... celebramos el tercer aniversario del asesinato del Padre Grande. Se nota que la represión logra sus efectos. Había poca gente, hay miedo...
"En Tejutla... celebramos la fiesta patronal del cantón y allá me entregaron una denuncia espantosa: el día 7 de marzo, como a las doce de la noche, un camión lleno de efectivos militares vestidos de civil y uniformados otros, abrieron las puertas, se introdujeron a la casa sacando en forma violenta a culatazos y punta-pies a todos los miembros de la familia, violaron a cuatro jóvenes, golpearon salvajemente a sus padres y los amenazaron que si decían algo que se atuvieran a las consecuencias". Mas informaciones de masacres y de cuatro centros de refugiado abiertos por la Iglesia para recibir a aquellos que huyen del campo Luego, noticias de que existía simpatía hacia el sufrimiento de El Salvador hasta en lugares tan lejanos como los Estados Unidos.
"Me informan que ha habido allá (en los Estados Unidos) muchos testimonios de grupos cristianos solidarizándose con la carta que le mandamos al señor Presidente de Estados Unidos y apoyando nuestro deseo de que no se de ayuda militar... Una de esas solidaridades es un artículo firmado por el Sr. Murat Williams, que fue embajador de Estados Unidos aquí en El Salvador en tiempos del presidente Rivera y corrobora, con su experiencia, que esas ayudas de Estados Unidos aquí en El Salvador siempre redundan en represión militar..."
Después el arzobispo se refirió al paro nacional convocado para 17 de marzo de 1980, por la Coordinadora, el instrumento de dirección de las organizaciones populares.
"Su finalidad es una protesta contra la represión y el domingo pasado dije que la finalidad es legítima. Se trata de denunciar un hecho que no se puede tolerar. Pero el paro tenia también una intencionalidad política, la de demostrar que la represión en vez de intimidar a las organizaciones populares, las estaba robusteciendo...
"El Estado de sitio y la desinformación a la que nos tienen so metidos... no permiten todavía medir con objetividad el alcance del paro nacional. Radios extranjeras han hablado de un 70% del paro, lo cual sería ciertamente una proporción altísima, que podría estimarse como un triunfo notable. Aun restando los establecimientos que cerraron por temor, tanto de las acciones de la izquierda como de las que implemento la derecha y el gobierno..., no puede negarse que la fuerza demostrada por la Coordinadora en el campo estrictamente laboral, fue grande. La coordinadora no es solo fuerte en el campo sino también en las fábricas y en la ciudad...
"Ciertamente, la Coordinadora tiene sus fallas... Es una esperanza, una solución, si maduran y llegan a ser de veras comprensivos con el querer del pueblo".
Finalmente, Romero tenía un mensaje especial de cierre para los soldados y los guardias nacionales y los policías, a quienes se dirigió como "campesinos en uniforme":
"Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que de un hombre, debe de prevalecer la ley de Dios que dice: No Matar. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado.
"La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre... En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego" —los aplausos ya eran ensordecedores— "les ordeno", y hubo una explosión de entusiasmo que no dejaba salir las palabras que todos sabían que venían a continuación: "en nombre de Dios, Cese la represión"
Ese domingo, el sermón fue transmitido por la estación de radio de la Iglesia, YSAX, por primera vez desde el 18 de febrero, cuando la radioemisora fue dinamitada, Radio Noticias del Continente divulgo desde Costa Rica sus palabras a Nicaragua, Venezuela, Brasil y mas allá. Estaba presente en la catedral una gran delegación ecuménica de los Estados Unidos, hombres y mujeres que llegaron a presentar sus respetos a Monseñor Romero y a retransmitir su mensaje a sus propias congregaciones. Después de la lectura de las escrituras, Monseñor Romero dio inicio a la sección "sucesos de la semana" de su sermón:
"En Aguilares... celebramos el tercer aniversario del asesinato del Padre Grande. Se nota que la represión logra sus efectos. Había poca gente, hay miedo...
"En Tejutla... celebramos la fiesta patronal del cantón y allá me entregaron una denuncia espantosa: el día 7 de marzo, como a las doce de la noche, un camión lleno de efectivos militares vestidos de civil y uniformados otros, abrieron las puertas, se introdujeron a la casa sacando en forma violenta a culatazos y punta-pies a todos los miembros de la familia, violaron a cuatro jóvenes, golpearon salvajemente a sus padres y los amenazaron que si decían algo que se atuvieran a las consecuencias". Mas informaciones de masacres y de cuatro centros de refugiado abiertos por la Iglesia para recibir a aquellos que huyen del campo Luego, noticias de que existía simpatía hacia el sufrimiento de El Salvador hasta en lugares tan lejanos como los Estados Unidos.
"Me informan que ha habido allá (en los Estados Unidos) muchos testimonios de grupos cristianos solidarizándose con la carta que le mandamos al señor Presidente de Estados Unidos y apoyando nuestro deseo de que no se de ayuda militar... Una de esas solidaridades es un artículo firmado por el Sr. Murat Williams, que fue embajador de Estados Unidos aquí en El Salvador en tiempos del presidente Rivera y corrobora, con su experiencia, que esas ayudas de Estados Unidos aquí en El Salvador siempre redundan en represión militar..."
Después el arzobispo se refirió al paro nacional convocado para 17 de marzo de 1980, por la Coordinadora, el instrumento de dirección de las organizaciones populares.
"Su finalidad es una protesta contra la represión y el domingo pasado dije que la finalidad es legítima. Se trata de denunciar un hecho que no se puede tolerar. Pero el paro tenia también una intencionalidad política, la de demostrar que la represión en vez de intimidar a las organizaciones populares, las estaba robusteciendo...
"El Estado de sitio y la desinformación a la que nos tienen so metidos... no permiten todavía medir con objetividad el alcance del paro nacional. Radios extranjeras han hablado de un 70% del paro, lo cual sería ciertamente una proporción altísima, que podría estimarse como un triunfo notable. Aun restando los establecimientos que cerraron por temor, tanto de las acciones de la izquierda como de las que implemento la derecha y el gobierno..., no puede negarse que la fuerza demostrada por la Coordinadora en el campo estrictamente laboral, fue grande. La coordinadora no es solo fuerte en el campo sino también en las fábricas y en la ciudad...
"Ciertamente, la Coordinadora tiene sus fallas... Es una esperanza, una solución, si maduran y llegan a ser de veras comprensivos con el querer del pueblo".
Finalmente, Romero tenía un mensaje especial de cierre para los soldados y los guardias nacionales y los policías, a quienes se dirigió como "campesinos en uniforme":
"Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que de un hombre, debe de prevalecer la ley de Dios que dice: No Matar. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado.
"La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre... En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego" —los aplausos ya eran ensordecedores— "les ordeno", y hubo una explosión de entusiasmo que no dejaba salir las palabras que todos sabían que venían a continuación: "en nombre de Dios, Cese la represión"
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