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El 28 de febrero de 1980 las 5:00 horas un operativo militar ocupó las poblaciones campesinas de Santa Marta, Sensuntepeque, (64 kilómetros) al norte-oriente de la capital), y además de saquear tales localidades, incendiar viviendas ocasionó la muerte de Pedro Gamez (23 años); Pedro Lainez (25 años); Fidencio Velásquez (27 años); Demecio Recinos (36 años); Bonifacio Hernández (28 años); Conrado Hernández (80 años) y Francisco Leiva (26 años). "clic acá para ir a la resolución completa de la CIDH"
El día 3 de enero de 1980, la Comisión Especial presentó su informe final en el que manifestó no le fue posible encontrar en ninguna de las cárceles del país a ninguna de las personas que aparecen en la lista de desaparecidos, a pesar de tener pruebas de que muchos de ellos fueron capturados por elementos de la fuerza pública y de que otros además permanecieron detenidos en las barracas de la misma, los que, por otra parte, no se sabe que hayan sido puestas en libertad, lo cual le permite concluir que es de presumirse que muchas de las personas desaparecidas han muerto. Asimismo, el informe agrega que durante su investigación encontraron un total de 92 cadáveres de los cuales sólo 25 lograron ser identificados.
Según una denuncia remitida por Socorro Jurídico, Oficina dependiente del Arzobispado que se dedica a defender causas de derechos humanos, recibida por la CIDH el 6 de marzo de 1980 durante el mes de febrero de ese año se cometieron por organismos de seguridad los siguientes asesinatos:
1) En Aguilares y Suchitoto, 70 campesinos;
2) En Chalatenango, 50 campesinos;
3) En Morazán y La Unión, 41 campesinos.
En esta misma información se denuncia que miembros de la policía nacional capturaron al Lic. Roberto Castellanos, salvadoreño, y a su esposa Anette Mathiessen, de nacionalidad danesa, ocurrida el 24 de febrero y presenciada por vecinos de la Colonia Nicaragua, de la ciudad de San Salvador, lugar donde residía el matrimonio. El Lic. Castellanos, sociólogo, profesor de la Universidad de Costa Rica y de la UNA, permaneció temporalmente en El Salvador realizando investigaciones académicas para su tesis de grado.
El día 7 de marzo de una tumba abierta en el campo se recuperaron los cadáveres del profesor Castellanos y de su esposa Anette.
Las autoridades salvadoreñas, han negado tener responsabilidad en el hecho denunciado.
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ENTRE LOS MUERTOS DE CUERPO PRESENTE Y LOS QUE TODAVÍA PEREGRINAN... RECIBO EL «PREMIO DE LA PAZ 1980»
Entre los cadáveres y los que peregrinamos en este pueblo, entre el dolor y los aplausos, recibo agradecido este impulso que no es sólo para mí sino para todo este querido pueblo, que bien acaba de describir el Señor Secretario General de Acción Ecuménica Sueca Rev. Per Arne Aglert al entregarme este honroso galardón del Premio de la Paz 1980...
La presencia del Señor Embajador de Suecia Sr. Henrik Ramel significa un aval muy valioso de aquel país a esta iniciativa ecuménica de carácter cristiano... Y la inesperada presencia dolorosa de estos dos queridos cadáveres -Lic. Roberto Castellanos Braña y su esposa Annette Mathiessen (ciudadana danesa)-, con sus estimadas familias, vienen a significar este momento para un predicador de la paz, un estímulo muy poderoso. Es la voz de tierras lejanas y, por eso, juicios imparciales desinteresados, que comprenden lo que muchas veces aquí, entre nosotros, no se quiere comprender. La voz de la eternidad en la presencia de esta muerte aquí en estos dos ataúdes, es también palabra que estimula desde una perspectiva escatológica, eterna: que el caminar cristiano es el verdadero caminar hacia la paz.
Monseñor Óscar A. Romero. Su pensamiento. Volumen VIII
Romero, Óscar Arnulfo
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