I- Desde septiembre del 2015 la
corporación universitaria no ha podido elegir democráticamente a sus
autoridades centrales. Este vacío es ocupado por las autoridades interinas cuyo
mandato se ha prolongado más allá de un término razonable y, en el horizonte
inmediato, no se vislumbra una salida institucional que supere esta situación
anómala. En noviembre de ese año el CPU anticipaba tal escenario a partir de
las tendencias identificables en ese momento cuando decíamos que dada la
correlación de fuerzas imperante ese era el más probable, al que llamó “el
empantanamiento indefinido”, el cual propiciaba la permanencia de los
interinatos; esta tendencia es la que se ha visto reforzada en los últimos meses
con el nombramiento de funcionarios importantes, y que tiende a prolongarse durante el año 2017.-
II.- Esta crisis coyuntural tiene en
la base una crisis estructural que se manifiesta como un estancamiento
académico endémico debido a la incapacidad de la UES de autoreproducirse
ampliada y cualitativamente en sus funciones básicas en cada período electoral.
Esta crisis, a su vez, interactúa con la crisis histórica del país,
particularmente en los campos económico
y social, que en el momento actual se expresa, en cuanto al primero, en
una imbricación de un modelo neoliberal mercantilista decadente con un modelo
intervencionista redistributivo precario, lo que produce un tensionamiento
entre un bajo crecimiento económico y un incremento de las demandas insatisfechas
de la población; y, en cuanto al segundo, como una disputa
territorial-poblacional sangrienta entre el aparato represivo del Estado y las
organizaciones delincuenciales armadas , que se ha traducido en una escalada de
inseguridad pública generalizada que ya trascendió a una especie de guerra no
convencional.
III.- Una de las notas distintiva de
la crisis estructural de la UES es su carácter larvado y silencioso, pues
mientras carcome internamente su naturaleza institucional (autónoma, democrática,
laica y popular) y la inviabiliza como la primera universidad pública del país,
muy pocos toman conciencia de la misma; una rutina docente y administrativa
mediocre la disimula y hace que se tome como normal el estado de cosas
imperante en la medida que los estudiantes reciben diariamente sus clases y los
profesores y trabajadores cobran mensualmente sus salarios; la crisis, pues ,
no se expresa como una inconformidad activa; más bien un inmovilismo acompaña
esa rutina que es funcional con un acomodamiento e indiferencia cómplices de la
mayoría de autoridades y funcionarios.-
IV.- La crisis de la UES no es sólo un
fenómeno institucional; es también un fenómeno político en tanto que se trata
de la crisis y agotamiento de ciertos modelos educativos que han formateado su
funcionamiento y desarrollo; son estas concepciones ideológicas implícitas sobre qué se entiende
por Universidad y cuál es su papel en la sociedad, las que permean el diseño curricular
y la práctica académica que han producido los resultados que tenemos, que hemos
resumido como impertinencia profesional, irrelevancia política, intrascendencia
social ,hipertrofia administrativa que contrastan
con el perfil formal que se extrae del artículo 61 de la Constitución de la
República: una Universidad pública, autónoma, democrática, laica y popular. La
amalgama de estos modelos es la que conforma el perfil real de la Universidad que
tenemos; en un intento de simplificación pueden ser identificados como el
modernizante tecnocrático, el conservador populista, el tradicional
conservador, el tradicional tecnocratizado y el científico-humanista y
popular.-
De estos modelos, los que predominan
en este sincretismo son el modernizante tecnocrático, el conservador populista
y el tradicional conservador. El primero tiende a concebir la Universidad como una fábrica de profesionales para el
mercado capitalista, es decir, como una empresa e, incluso, como un negocio
particular; se caracteriza por la aplicación de tecnología “de punta” al ámbito
académico; su valor educativo central es la eficiencia y entiende la proyección
social como una respuesta directa y acrítica a la demanda del mercado de
trabajo. La segunda tiende a confundir Universidad con un partido político en
la medida que busca ponerla en función de intereses ajenos a los fines institucionales
, encubriendo esta instrumentalización con un discurso demagógico que apela a
supuestos intereses populares; y, el tercero, es un heredero de visiones
eclesiales medievales decadentes y se caracteriza por asimilar la universidad a un convento, a un claustro,
encerrada en sus muros, aislada de su entorno en una especie de autismo
institucional, sin trascender socialmente y dedicada a la formación profesional
tradicional.
Hay un cuarto modelo de carácter ecléctico
que llamaremos conservador tecnocratizado que se distingue por insertar las
tecnologías de información dentro de una práctica docente tradicional, es
decir, sin superar la separación de la teoría con la práctica , sin modificar
la relación vertical profesor-alumno y sin plantearse la necesidad de vincular
críticamente la Universidad con su entorno social. Un quinto modelo de carácter
marginal y emergente es el que llamaremos científico-humanista y popular, que
tiende a corresponder con el ideario de la Universidad que el país necesita y
cuyo perfil es el que se desprende del artículo ya citado del texto
constitucional, y que concibe la UES como una institución académica-política
(pública, laica, democrática y popular); su proyecto podría sintetizarse como
una apuesta al desarrollo académico con compromiso social. La ausencia de un
sujeto colectivo que sostenga este modelo de Universidad es el factor
determinante que explicaría que no trascienda de ser un proyecto emergente
frente a la hegemonía conservadora de los modelos tecnocrático y populista.
V.- La crisis estructural de la UES es
producto de la interacción de distintos factores , tanto internos como
externos; sus causas son múltiples y las hay inmediatas y mediatas; ya hay
suficientes diagnósticos que proporcionan información y análisis sobre las
manifestaciones y explicación de esta
crisis; el CPU, por su parte, ha dado a conocer su visión sobre esta
problemática en varios documentos; ver , por ejemplo, “La Situación Actual de
la UES”, de diciembre del 2015; sabemos que en este momento la Secretaría de
Planificación trabaja actualizando datos que empíricamente corroboran las
debilidades y falencias que están en la base de su estancamiento político-académico
y administrativo. El punto nodal no es la ignorancia sobre el porqué de esta problemática;
lo determinante ha sido la falta de voluntad y la incapacidad del liderazgo y
las organizaciones universitarias de consensar un proyecto mínimo de desarrollo
y de construir un sujeto colectivo unitario que impulse y sostenga ese
proyecto.
La crisis universitaria no es, pues,
un fenómeno abstracto, sino que es una consecuencia concreta de la calidad de
los liderazgos y organizaciones que con sus acciones y omisiones han contribuido
a profundizar esta situación endémica de atraso y estancamiento institucional ,
que es el caldo de cultivo en que se nutren ciertos intereses particulares y de grupos determinados. Esta
es la dimensión subjetiva de la crisis, más allá de su dimensión objetiva (las
secuelas de la guerra, el bajo presupuesto gubernamental,…)
La responsabilidad directa de esta
crisis recae, en primer lugar, en los funcionarios y autoridades centrales y de
Facultad, individuales y colectivos, que han tenido en sus manos los destinos
de la UES en el período de postguerra, particularmente del 2007 en adelante,
quienes no han podido o querido conducir un proceso de reforma que la ponga en
la ruta del desarrollo político-académico. Esta debilidad no se debe tanto a
incapacidad personal, sino principalmente es producto de intereses que los atan
a los grupos políticos y gremiales, pequeños pero activos y estridentes, que
han posibilitado su elección y que condicionan su gestión; estos grupos se
forman y deforman en la postguerra; algunos de ellos con vínculos partidarios
externos y expresión de una visión instrumentalizadora del Alma Mater, en la medida que la ven como
un negocio privado, como un espacio de sobrevivencia y que, por esta razón, se benefician de la crisis y
no están motivados a cambiar la situación imperante; su capacidad de incidencia
se alimenta de la indiferencia y pasividad de la mayoría de los estudiantes y
docentes; una condición del cambio es evidenciar, aislar y neutralizar estos
grupos mediante un esfuerzo organizativo unitario de las fuerzas auténticamente
interesadas en trabajar por un proyecto de UES necesario y factible.-
VI.- Dado el tensionamiento político
existente entre los dos grupos contendientes no es previsible una salida
institucional inmediata por los mecanismos reglamentarios previstos para el
caso, lo cual favorece la prolongación del interinato y el deterioro de su
legitimidad. La correlación de fuerzas imperante ha neutralizado a la Asamblea
General Universitaria como organismo elector, la cual no ha podido jugar su
papel mediador para acercar a las partes, y abrir así una ruta hacia una
solución a esta crisis de representación. No obstante ser una parte involucrada
objetivamente, el Rector interino también puede ubicarse por encima del
conflicto e intentar jugar este papel de liderazgo; sin embargo, tal parece que
quienes se benefician del interinato no le dan espacio para ello, haciendo que,
incluso, se pierda la oportunidad de que su gestión provisional sea un periodo
de transición hacia un proceso de reforma universitaria; un congreso de corte
democrático puede ser un instrumento idóneo para canalizar esta transición;
pero el impulso inicial de esta iniciativa aparentemente ha naufragado en las
aguas del desinterés y ha dejado de ser una prioridad en la agenda de aquellos
que le apuestan más a la continuidad del interinato que a la elección
democrática de sus autoridades.
VII.- Un evento que puede cambiar ese
escenario y favorecer una salida institucional es el fallo reciente de la Sala
de lo Constitucional que desestimó el amparo interpuesto por la Maestra Ana María
Glower y regresa las cosas a como estaban antes de que admitiera ese recurso;
este fallo deja al Maestro Roger Arias como candidato único, lo cual tampoco significa
que sea electo, dado el balance de fuerzas que hay en la AGU. De ser así y
agotarse las votaciones reglamentarias sin obtener un resultado favorable, se
abriría un segundo proceso electoral sin que cambie sustancialmente el panorama
prolongando así los interinatos y dando lugar a otro entrampamiento que no
permitiría elegir nuevamente y, en caso de que se eligiera a las nuevas
autoridades prácticamente les quedaría muy poco tiempo para su gestión. Un
factor que puede modificar este escenario en la renovación de los
representantes de los tres sectores ante la Asamblea General Universitaria para
inicios del próximo año, lo cual puede cambiar el balance de fuerzas y
favorecer a Roger Arias como Rector; ambos grupos están conscientes de ello y
ya dan muestras de prepararse para esa batalla, por lo que es previsible que se
reproduzca el mismo equilibrio de votos que prevalece actualmente y se pierda
una valiosa oportunidad para recuperar la institucionalidad y superar la crisis
de legitimidad de la dirección de la UES.-
Así las cosas, el único camino para
evitar otro empantanamiento y continuar con una administración interina es
lograr un acuerdo entre las distintas fuerzas políticas alrededor de la
elección de los cargos pendientes y de un programa minimo de reforma con el
cual se comprometan las nuevas autoridades; solo así se puede abrir una
posibilidad real de restaurar la institucionalidad y de poner a la UES bajo una dirección electa
democráticamente capaz de impulsar un proceso de transformación que viabilice
un desarrollo académico con compromiso social.-
C.U, enero 2017
“Una Universidad mejor, es posible”
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