"Que este Cuerpo inmolado y esta Sangre sacrificada por los hombres, nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo."
Últimas palabras de Monseñor Romero antes de que lo asesinaran, (Homilía 24 de marzo de 1980, VIII p. 384).
Track 14.mp3 - MONSEÑOREn una librería centroamericana, una monja buscaba hace poco un libro sobre la muerte de monseñor Oscar Arnulfo Romero cuando otro cliente con acento salvadoreño se le acercó y trató de indagar por su interés en el tema. La monja y el salvadoreño se enfrascaron en una amistosa discusión en la que ella aseguraba muy contenta que Alvaro Saravia ”el asesino” del arzobispo, estaba preso por delitos de lesa humanidad, y el cliente le porfiaba que no era cierto.
“Hermana, créame”, le dijo el cliente sin identificarse. “Saravia no fue quien disparó y además está libre”. Finalmente, el hombre se despidió de la monja con un abrazo, advirtiéndole que seguía equivocada, y al salir de la librería comentó para sí mismo que estaba harto de que pensaran que fue él quien mató al arzobispo. El hombre de la discusión era el ex capitán de la Fuerza Aérea de El Salvador, Alvaro Saravia Merino, acusado de organizar el asesinato de monseñor Romero el 24 de marzo de 1980, un crimen que conmovió al mundo y desató una guerra civil que dejó 75.000 muertos en el país centroamericano (MAS...Monseñor Romero: la verdad se abre paso )
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