La declaración hecha pública recientemente por los Gobiernos de Francia y México, por la que se reconoce al FDR-FMLN como "fuerza representativa" de El Salvador, y, por tanto, con derecho a participar en una solución política del conflicto, constituye uno de los hechos más importantes, en el ámbito político-diplomático, desde que se inició la larga y cruenta guerra civil en el pequeño país centroamericano.La declaración de ambos Gobiernos viene a constatar lo que de hecho constituye una realidad incontrovertible: la existencia de una oposición al actual régimen salvadoreño que aglutina a amplios sectores de la población dentro de la alianza del Frente Democrático Revolucionario y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, que lucha por la instauración de un nuevo orden interno en su país.
La iniciativa franco-mexicana supone, además, el reconocimiento de la legitimidad de la lucha del pueblo salvadoreño y la necesidad de realizar profundas reformas sociales y económicas que terminen con la desigualdad y la injusticia reinantes en el país -origen precisamente de este conflicto- y que instaure, en el plano político, un régimen auténticamente democrático que ponga fin al largo período de dictadura y fraudes electorales y asegure la convivencia futura de sus ciudadanos en paz y en libertad.
La importancia de la declaración estriba, además, en que viene a romper el impasse en que se había sumido el proceso salvadoreño, que amenazaba con convertirse en un conflicto "crónico" de elevadísimo coste humano y político. Que Gobiernos del reconocido prestigio internacional como los de Francia y México hayan decidido dar este paso, secundado hasta el momento por el Gobierno de Nicaragua, muestra hasta qué punto existe voluntad política y deseo de que se inicie una dinámica. de paz y la preocupación por la suerte que pueda correr este país y por la estabilidad de toda la región centroamericana. De ahí también la satisfacción con que esta declaración ha sido acogida por las fuerzas sociales y políticas que auspician una solución negociada.
Ante la importante declaración realizada por los gobiernos de Francia y México, el Partido Socialista Obrero Español manifestó la semana pasada su satisfacción por el hecho de que los dos países hubiesen adoptado esta postura que legitima la lucha de la oposición salvadoreña.
Una nueva vía, pues, se abre camino. Las demás, por el momento, han sido agotadas...
La vía política, el proceso que se inició en octubre de 1979 con el -golpe que derrocó- a Humberto Romero, y con la voluntad de cambio y reforma por parte de aquellos que, en un primer momento, participaron en la Junta Cívico Militar (PDC y MNR), luego la escisión de la Democracia Cristiana cuyos hombres más comprometidos con los intereses del pueblo pasaron a formar el Movimiento Popular Social Cristiano y a integrarse en el FDR; la escalada de la represión; la violación continua y sistemática de los derechos humanos: el asesinato de monseñor Romero y de los principales dirigentes del FDR; los intentos del golpe de Estado desde la "extremísima" derecha sin castigo para los culpables, la salida del país del coronel Majano..., y por fin, la utilización de gases letales, prohibidos por el derecho internacional, contra la población civil... Ahí están, para los flacos de memoria, los testimonios de religiosos, periodistas o refugiados que lograron sobrevivir a las matanzas, o los escalofriantes documentos gráficos con que los medios de comunicación azotan periódicamente nuestra vista, nuestra conciencia y nuestra sensibilidad...
La vía de las armas
La vía de las armas también se ha mostrado inviable a corto plazo poniendo de manifiesto la imposibilidad de la Junta para derrotar a la guerrilla, a pesar de la masiva ayuda norteamericana y de la oposición de lograr vencer al Ejército, a causa, precisamente, de esa ayuda.
Tampoco han faltado los intentos de mediación por personalidades representativas del mundo político en el seno de la Internacional Socialista o por Gobiernos y dirigentes centroamericanos, sin ningún éxito, debido a la intransigencia de la Junta, que se siente respaldada por EE UU.
Con esta iniciativa se abre una nueva vía, nuevas perspectivas y un período de reflexión para aquellos países que como miembros de la comunidad internacional tienen el deber y la responsabilidad de contribuir a sentar las bases para una solución política negociada.
La toma de postura por parte de senadores y congresistas norteamericanos, en contra de la actitud de su Gobierno, la crisis de conciencia de algunos sectores de la Democracia Cristiana Internacional o la de miles de demócratas de todo el mundo, pone de manifiesto que ya muy pocos creen en los viejos discursos de la "subversión orquestada desde el exterior" con sabor a guerra fría. Estos demonios nos son ya familiares...
Lo que está en juego es la superviviencia de un pueblo y la instauración de un nuevo orden de convivencia en paz, libertad, justicia, e independencia...
En la medida en que otros Gobiernos secunden esta postura, entendemos se habrá iniciado una nueva batalla: la de ganar cuanto antes la paz.
La iniciativa franco-mexicana supone, además, el reconocimiento de la legitimidad de la lucha del pueblo salvadoreño y la necesidad de realizar profundas reformas sociales y económicas que terminen con la desigualdad y la injusticia reinantes en el país -origen precisamente de este conflicto- y que instaure, en el plano político, un régimen auténticamente democrático que ponga fin al largo período de dictadura y fraudes electorales y asegure la convivencia futura de sus ciudadanos en paz y en libertad.
La importancia de la declaración estriba, además, en que viene a romper el impasse en que se había sumido el proceso salvadoreño, que amenazaba con convertirse en un conflicto "crónico" de elevadísimo coste humano y político. Que Gobiernos del reconocido prestigio internacional como los de Francia y México hayan decidido dar este paso, secundado hasta el momento por el Gobierno de Nicaragua, muestra hasta qué punto existe voluntad política y deseo de que se inicie una dinámica. de paz y la preocupación por la suerte que pueda correr este país y por la estabilidad de toda la región centroamericana. De ahí también la satisfacción con que esta declaración ha sido acogida por las fuerzas sociales y políticas que auspician una solución negociada.
Ante la importante declaración realizada por los gobiernos de Francia y México, el Partido Socialista Obrero Español manifestó la semana pasada su satisfacción por el hecho de que los dos países hubiesen adoptado esta postura que legitima la lucha de la oposición salvadoreña.
Una nueva vía, pues, se abre camino. Las demás, por el momento, han sido agotadas...
La vía política, el proceso que se inició en octubre de 1979 con el -golpe que derrocó- a Humberto Romero, y con la voluntad de cambio y reforma por parte de aquellos que, en un primer momento, participaron en la Junta Cívico Militar (PDC y MNR), luego la escisión de la Democracia Cristiana cuyos hombres más comprometidos con los intereses del pueblo pasaron a formar el Movimiento Popular Social Cristiano y a integrarse en el FDR; la escalada de la represión; la violación continua y sistemática de los derechos humanos: el asesinato de monseñor Romero y de los principales dirigentes del FDR; los intentos del golpe de Estado desde la "extremísima" derecha sin castigo para los culpables, la salida del país del coronel Majano..., y por fin, la utilización de gases letales, prohibidos por el derecho internacional, contra la población civil... Ahí están, para los flacos de memoria, los testimonios de religiosos, periodistas o refugiados que lograron sobrevivir a las matanzas, o los escalofriantes documentos gráficos con que los medios de comunicación azotan periódicamente nuestra vista, nuestra conciencia y nuestra sensibilidad...
La vía de las armas
La vía de las armas también se ha mostrado inviable a corto plazo poniendo de manifiesto la imposibilidad de la Junta para derrotar a la guerrilla, a pesar de la masiva ayuda norteamericana y de la oposición de lograr vencer al Ejército, a causa, precisamente, de esa ayuda.
Tampoco han faltado los intentos de mediación por personalidades representativas del mundo político en el seno de la Internacional Socialista o por Gobiernos y dirigentes centroamericanos, sin ningún éxito, debido a la intransigencia de la Junta, que se siente respaldada por EE UU.
Con esta iniciativa se abre una nueva vía, nuevas perspectivas y un período de reflexión para aquellos países que como miembros de la comunidad internacional tienen el deber y la responsabilidad de contribuir a sentar las bases para una solución política negociada.
La toma de postura por parte de senadores y congresistas norteamericanos, en contra de la actitud de su Gobierno, la crisis de conciencia de algunos sectores de la Democracia Cristiana Internacional o la de miles de demócratas de todo el mundo, pone de manifiesto que ya muy pocos creen en los viejos discursos de la "subversión orquestada desde el exterior" con sabor a guerra fría. Estos demonios nos son ya familiares...
Lo que está en juego es la superviviencia de un pueblo y la instauración de un nuevo orden de convivencia en paz, libertad, justicia, e independencia...
En la medida en que otros Gobiernos secunden esta postura, entendemos se habrá iniciado una nueva batalla: la de ganar cuanto antes la paz.
TRIBUNA: ELENA FLORES
Elena Flores es coordinadora del Departamento Internacional del PSOE.
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