EL REFUGIADO
Yo que tranquilo que estaba,
en el pueblo en que nací.
De pronto llegó allí,
lo que nunca imaginaba.
La muerte se acercó,
disfrazada de terror.
Y en medio de aquél horror,
todo mundo se marchó.
Bastantes allí murieron,
masacrados sin piedad.
Otros del lugar se fueron..,
con lo poco que pudieron.
Con tristeza y con dolor,
yo le dije a la María:
-Levantáte a los cipotes
que nos vamos éste día-
Los tanates se alistaron,
los chuchitos, el caballo,
las gallinas, los recuerdos,
con los patos se quedaron.
Emprendimos el camino,
sin saber nuestro destino.
Pasamos montes y ríos,
aguantando hambre y frío.
Tanto fué el peregrinar,
que al fín pudimos llegar
a otro pueblo hermano,
que nos extendió la mano.
Y por allí nos quedamos,
sin saber por cuanto tiempo.
Ya pasan más de diez años
y todavía aquí estamos.
(Como espero ese momento,
de volver a mi terruño
y encontrar a nuestra patria
sin odios ni sufrimiento!
Porque la verdad de todo,
que mientras yo no regrese.
seguiré desesperado....,
como todo un refugiado.
Poema escrito por Elio Martínez
Mesa Grande, Honduras
Mes de Septiembre, de 1989